Jane Jacobs, teórica y activista del urbanismo humanista
Era una persona exuberante, original, amable y con una mente privilegiada, genial. Su magia estuvo en transformar la visión tecnócrata que tenían los planificadores urbanísticos de la época, para que se fijaran más en las cuestiones humanas de las ciudades y en sus comunidades.
Y de esta manera se opuso frontalmente a la expansión descontrolada de las urbes, a la construcción de grandes autovías que tejieran los núcleos urbanos, a los coches como símbolo del progreso, a la separación de los barrios o a la idea de que las calles vacías eran una garantía de seguridad.
En su particular visión de la ciudad, Jacobs intentó cambiar las reglas que dominaban en su tiempo y trató de imponer nuevos principios, para hacer de las calles y de los barrios lugares vibrantes para vivir y trabajar, llenos de gente, con comercio, a la vez que se preservaba su naturaleza distintiva, atendiendo a sus raíces históricas. Y en esta nueva realidad que proponía, la iniciativa de la autoridad local jugaba un papel primordial frente a una burocracia centralizada. "Inspiró una especie de revolución", dijo su editor, Jason Epstein.
Antes de trasladarse a Toronto, Jane Jacobs, casada con el arquitecto Robert Jacobs, vivió durante algunos años en Nueva York. Su marido falleció en 1996. La ciudad de los rascacielos no es la única que se han impregnado de sus teorías y conocimientos. Hay otras menos conocidas, como Hércules (California) y Civano (Arizona) que han seguido las guías hacia el nuevo urbanismo surgidas del ingenio de esta pensadora.
Entre los numerosos galardones que recibió Jacobs por su obra están el que concede la National Building Foundation en Washington o la Orden de Canadá.-
extraido de: elpais.com
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